Orígenes humildes en la década de los ochenta
La industria de las rosas ecuatorianas nació en la década de los ochenta, cuando un grupo de visionarios agricultores comenzó a experimentar con variedades europeas adaptadas a las elevadas altitudes andinas. Al iniciar con invernaderos sencillos y rendimientos bajos, se gestaron los primeros esquejes que, con el tiempo, revolucionarían el mercado internacional. El despegue fue lento, pero sentó las bases de una cadena productiva enfocada en calidad y consistencia.
Factores geográficos y climáticos clave
El secreto de la calidad de las rosas ecuatorianas radica en el microclima de las laderas andinas, situadas entre 2 000 y 3 000 metros sobre el nivel del mar. Allí, temperaturas estables alrededor de 14 °C, intensa radiación solar y suelos volcánicos ricos en nutrientes proveen condiciones ideales para tallos largos, pétalos firmes y colores vibrantes durante todo el año. Este entorno único no tiene par en otros centros de producción de flor cut flower.
Consolidación industrial y avances tecnológicos
Desde finales de los noventa, la adopción de técnicas de injerto, manejo integrado de plagas y certificaciones fitosanitarias elevó el estándar de las rosas ecuatorianas. La creación de Expoflores y la feria ExpoFlor consolidaron un espacio de intercambio de tecnología, genética floral y buenas prácticas con decenas de expositores locales e internacionales. La inversión en infraestructura de frío y automatización de invernaderos potenció la escala de producción sin sacrificar la calidad.
Impacto económico y social
El sector florícola se convirtió en una fuente clave de empleo formal. A diciembre de 2023, generó más de 75 000 plazas de trabajo registradas en el IESS, equivalentes al 2,6 % del empleo formal nacional. Solo la exportación de rosas sostiene alrededor de 53 000 empleos directos, distribuidos entre pequeños productores y grandes fincas integradas en cadenas de valor sostenibles.
Cifras récord y exportaciones actuales
En febrero de 2025, Ecuador alcanzó un nuevo hito al enviar 28 779 toneladas de flores durante la campaña de San Valentín, un incremento del 8,7 % frente al año anterior, hacia 159 destinos alrededor del mundo. En 2024, las exportaciones de flores sumaron USD 955 millones, posicionando al país como tercer mayor exportador global, solo detrás de Colombia y Países Bajos, con las rosas como producto estrella. Para los primeros nueve meses de 2025, ya se registraron envíos por USD 747 millones, superando las proyecciones iniciales de crecimiento.
Principales destinos y acceso preferencial
Estados Unidos se mantiene como el mercado de mayor demanda, recibiendo el grueso de envíos desde Miami para su redistribución en Norteamérica. La Unión Europea, Canadá y Chile completan el top 5 de importadores que valoran el diseño de variedades originales, longevidad en florero y precios competitivos. Desde octubre de 2024, la inclusión de las rosas ecuatorianas en el Sistema Generalizado de Preferencias de EE. UU. eliminó el arancel del 6,8 %, fortaleciendo aún más su posición comercial.
Retos y perspectivas de crecimiento
Con la meta de duplicar el valor de las exportaciones de rosas hasta USD 2 000 millones para finales de 2025, el sector enfrenta desafíos de sostenibilidad, valor agregado y formalización total. Las estrategias apuntan a incorporar más tecnología de precisión, impulsar procesos orgánicos certificados y desarrollar flores con atributos de nicho (aromas, texturas o pigmentaciones especiales). Mantener un equilibrio entre rentabilidad y responsabilidad ambiental será clave para afianzar la marca “Rosa Ecuatoriana” a largo plazo.
Ecuador ha transformado un experimento andino de los años ochenta en un motor de desarrollo económico y posicionamiento global. Con fundamentos climáticos únicos, una visión cooperativa en investigación y un impulso constante en calidad, la rosa ecuatoriana se perfila para seguir cautivando mercados y alimentando sueños tanto de pequeños agricultores como de grandes exportadores.